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Los discursos humanocéntricos nos oprimen, en el sentido de que nos impiden hablar a menos que hablemos en sus términos. Esos discursos nos niegan toda posibilidad de crear nuestras propias categorías. ‘Humano’ es un concepto político, una categoría de pensamiento o lenguaje que tiene que desaparecer política, económica e ideológicamente para la emancipación se los seres aespecies, biespecies, multiespecies, transespecies, y en general.
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Nadie nace humano. La especie se asigna al nacer. La biología y la ciencia médica son constructos humanocentristas que clasifican a los seres en categorías de especie arbitrarias, invisibilizadoras de la pluralidad y jerárquicas, y que sostienen el supremacismo humano.
Ciertos sectores ideológicos y políticos tratan de convencer a la sociedad humanocéntrica de la diversidad de reinos y de especies. Prefieren ignorar la creciente bibliografía que demuestra empíricamente la existencia de un único reino y especie separado en categorías imaginarias y arbitrarias, con supuestas diferencias innatas, que mantienen que los seres no nacen como hojas en blanco.
Hay seres que hemos sido inscritos como humanos pero nos autopercibimos NO humanos, o semihumanos o biespecie, y demandamos ser reconocidos como de nuestra especie sentida, así como hay otros seres que, al haber sido asignados a otras especies, y habérseles negado su derecho al habla, hoy no pueden expresar su identidad de especie sentida.
Nuestra diversidad se invisibiliza al nacer, cuando se nos inscribe, arbitrariamente, como seres humanos, o perros, o vacas, etcétera. Y muchos de nosotros percibimos que poseemos una identidad parcial o totalmente no humana, lo cual debe ser reconocido. Hay seres biespecie, o semihumanos, por ejemplo.
Algunos de nosotros nos percibimos de diferentes especies a lo largo del tiempo, por lo cual queremos que se reconozca que la especie es una identidad fluida. Y el reino. Por ejemplo, un ser que hoy se siente un perro dálmata, puede ser traumático para él ser considerado dálmata la semana que viene, cuando ya se autopercibe un rotwailer. O un hongo estar inscrito esta primavera como mineral. Esto es injusto y violento.
Otros de nosotros preferimos ser reconocidos como aespecies o ni especies, porque ¿Qué hace que un ser sea “de una especie”? Si yo me autopercibo como eucalipto ¿Qué esencia debo tener para ser reconocido como eucalipto? ¿Acaso un eucalipto necesariamente tiene raíces? ¿Quién tiene autoridad para afirmar esto? ¿La biología humanocéntrica?
La especie en disputa
O ¿Quién dice que hay que adscribir a un ser a una categoría tan castrante y limitante como “especie”? Demandamos que se trascienda el retrógrado concepto de especie. El discurso biológico humanocentrista que separa a los seres en especies es germen y herramienta de regulación del ser en general, y de los seres transespecie en particular, y debe ser superado.
Demandamos que se trascienda las arbitrarias categorías de reinos, que hoy dividen a los seres como del reino vegetal, o mineral, o animal. Si a un ser en crecimiento no se lo asigna, de manera fascista, al reino animal, y en vez de ser considerado animal se lo considera planta, u hongo, y se le permite explorar a lo largo del tiempo a qué reino pertenece, estamos habilitando nuevas posibilidades de desarrollo, hoy clausuradas por el discurso humanocéntrico. ¡Claro que si se mueve constantemente a un ser en crecimiento no va a poder echar raíces! ¡Y luego se firmará que por naturaleza no tiene raíces! Esta es la perversión del sistema.
Perro vegetal
¿Quién dice que un perro no puede volar? El perro no vuela porque es una víctima del sistema humanocéntrico. De pequeños se enseña a los gatos a maullar. Un ser hoy no tiene efectos psicoactivos y se puede afirmar que esta falta de psicoactividad es natural, pero nosotros afirmamos que se lo ha adoctrinado en el sistema humanocrático, perdiendo sus capacidades alucinatorias.
Algunos serse nos autopercibimos como plantas del reino fúngico, y tenemos determinadas preferencias y características y necesidades. O somos plantas animales. Hoy hay seres que podrían haber volado si no se los hubiera adoctrinado en el humanocentrismo. Y los seres panespecies, y los transespecies y plurirreinos, son víctimas, y con suerte supervivientes de una violencia sistémica que se manifiesta en las categorías conceptuales y en las normas jurídicas. ¿Quién ejerce la violencia? TODOS: La familia, el profesorado, las instituciones y las ideologías religiosas, el personal de servicios sociales y el sanitario. ¿Quién no? Todos colonizados por el discurso humanocéntrico tratan a una planta, asignada como humano al nacer, como humano. Ponen ropa a un ser que puede autopercibirse como del reino fúngico.
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Esto es violencia.
El miedo lógico al rechazo hace esconderse a los seres hoy adscritos como humanos que no se autoperciben humanos (y estamos seguros que muchos de ellos empiezan a habilitar para sí mismos nuevas posibilidades identitarias, antes no imaginadas, al leer este manifiesto). Esos seres han encontrado en Internet un refugio para compartir sus inquietudes y experiencias. Blogs, artículos, foros y grupos en las redes sociales para informarse, apoyarse e incluso averiguar de qué clase, o reino, podrían ser. O areinos o aespecies.
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Y tal vez son seres del espacio a quienes se ha estado engañando para considerarse humanos, ignorantes de su verdadera naturaleza. A esto debemos visibilizarlo. En las escuelas debemos garantizar el derecho serífico a la identidad de reino y de especie (derechos humanos es un concepto retrógrado y mutilante y una categoría humanocéntrica que debe ser trascendida). Muchos seres hoy oprimidos viven con un sentimiento intenso de que su reino o especie no se corresponde a su especie asignada. Los padres, colonizados por el discurso humanocentrista y humanosupremacista, pueden impedir a sus vástagos el libre ejercicio al derecho a la identidad de especie, y de reino. Y en las escuelas se debe permitir a los niños no expresarse verbalmente, o alentarlos a practicar el ladrido, o el vuelo. Expandir sus posibilidades de autorrealización.
Identidad de especie y orientación de especie
Derecho a la identidad cuantificativa
A veces hay varios seres compartiendo un mismo cuerpo.
Un fenómeno que se patologiza desde el discurso psiquiátrico humanocéntrico, adjudicando al fenómeno nombres patologizantes como Trastorno de identidad múltiple. La psiquiatría humanosupremacista debe caer.
En otros casos, un mismo ser está esparcido en varios cuerpos.
Ya se han hecho públicos los casos de seres asignados a la especie humana que quieren renunciar a sus derechos humanos para ser amparados por los de protección animal. Exigimos que se reconozca ese derecho. El sistema humanocrático debe caer.
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En cuanto a los seres que se perciben como transespecies, nuestro colectivo quiere seguir avanzando en la reivindicación de nuestros derechos, para que el Estado nacional pague los tratamientos y cirugías destinadas a nuestra reasignación de especie. Es sabido que algunos miembros de nuestra comunidad padecemos el conocido ‘síndrome del miembro fantasma’ y percibimos una cola, alas o tentáculos, o colmillo salientes, y estos deben ser implantados para aproximar nuestros cuerpos a nuestra especie sentida. Así como orejas puntiagudas, plumas, garras o escamas. Asimismo, algunos de nosotros demandamos cirugías que nos quiten apéndices sobrantes, esto nos pasa a muchos de nosotros que nos autopercibimos reptiles, o plantas acuáticas. Y como esto es fluido, se debe garantizar el acceso libre, gratuito y permanente a los tratamientos de cambio de reino y especie.
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Banana perro
Demandamos ser aceptados, respetados y reconocidos por nuestras preferencias de especie, y de reino, y demandamos que se realice el cambio de nombre en los documentos. ¿Por qué sólo hay baños para seres humanos en las instituciones públicas? Nuestro estilo de vida no es una elección y no se trata de una especie de fantasía. Los inodoros están diseñados desde una perspectiva humanocentrista. La sociedad humanocéntrica debe ser más tolerante respecto a la identidad de las personas.
Y hoy hay muchos hermanos excluidos de la sociedad humanocéntrica, que viven en selvas o en océanos, sin recibir acceso a las nuevas tecnologías y que merecen ser incluidos en sus derechos sélficos. Los cromosomas ya no deben decirnos quiénes somos. Cada uno de nosotros, hayamos nacido con plumas o escamas, tenemos derecho a decidir nuestra identidad de especie. Y de reino.
Animales, seres mitológicos, robots y hasta objetos. Elfos, extraterrestres, dragones, vampiros o unicornios atrapados en cuerpos humanos. La diversidad dentro de nuestro colectivo es inmensa, sin descartar la existencia de múltiples realidades y dimensiones. A veces algo falla en la cadena de reencarnaciones y un ser del agua encarna como uno de tierra. Estas realidades también deben ser contempladas.
Los seres élficos atrapados en cuerpos humanos todavía son afectados por el hierro, y no pueden usar productos de la era moderna, por lo cual demandamos que se adapte el transporte público para hacerlo inclusivo para ellos.