¿Por qué este movimiento del género es adoptado tan fervorosamente por tantos jóvenes y ciertos adultos?
En el marco de lo que nos explican
Christopher Lasch en “La Cultura Del Narcisismo”
y Jean Charles Bouchoux en “Los perversos narcisistas”, observamos que esta “praxis revolucionaria” ofrece:
1 – Una oportunidad para devaluar la autoridad y romper el orden
El individuo narcisista vivencia que su vida en sociedad es intolerable, en tanto sufre todo orden que resiente su omnipotencia infantil. Desde los reglamentos deportivos al sistema horario, el narcisista vivencia que está sometido a normas intolerablemente opresivas, a insoportables condiciones represivas. Su horror fundamental es someterse a la “ley” y el “orden”.
Es el conflicto del individuo que no acata la privación instintiva para someterse a los requerimientos de la vida social.
Jean-Charles Bouchoux explica que esto es un síntoma de un complejo de edipo que no se resolvió en la infancia; nunca entre el niño y su objeto-madre se introdujo el tercero-ley/autoridad, y ese conflicto irresuelto marca la vida psíquica de estas personas en perpetua lucha contra lo que perciben como la autoridad y el orden.
“–El perverso narcisista ha tenido un fantasma de omnipotencia cuando era niño. En general viene de la ausencia del padre o que hay un padre pero inconsistente.”
Bouchoux (https://www.larazon.es/local/cataluna/el-perverso-narcisista-busca-la-normalidad-dentro-de-su-barbaridad-GA13649924/)
El narcisista odia y padece toda norma y regulación, instrucciones, nexos familiares, constreñimientos institucionales, percibe al mundo como un sitio restrictivo, teme a la madre castradora, se siente acosado y oprimido por hostiles fuerzas externas, y tiene la íntima convicción de que las normas no deben aplicársele.
A este conflicto intrapsíquico el narcisista lo niega, no lo ve, no lo reconoce, y lo proyecta en el sistema opresivo y sus víctimas, los designados oprimidos, con quienes el narcisista se identifica.
En esta oportunidad las designadas por los ideólogos del movimiento de género como las minorías vulneradas y violentadas en sus psiquis por cualquier sistema de pensamiento que no sea queer.
Este movimiento identitario le ofrece al narcisista un nicho donde proyectar su conflicto intrapsíquico y establecer que él es omnipotente y más fuerte que la ley, que él está por encima del orden imperante.
La realidad misma del sexo biológico es una imposición externa, ajena a su voluntad, arbitraria, ante la que le ofrecen esta oportunidad de sublevarse. El Estado le ofrece la oportunidad a un hombre demandar que ¿Quién dice que no puedo ser una mujer? ¿Vos y cuántos más? “Si yo digo que soy una mujer, soy una mujer.”. Voluntad mata realidad. Y le permite a una mujer exigir y demandar que no es mujer (porque no se ajusta a un estereotipo que ella atribuye a los demás).
Nada más omnipotente que imponer a otros una demanda psicótica y psicotizante. El movimiento cultural del género ofrece al narcisista un nicho donde teatralizar una reivindicación de su omnipotencia narcisista.
Por fin puede vivenciar que su voluntad es más fuerte que el orden imperante.
La paradoja -que al narcisista no le conviene reconocer – porque perdería las oportunidades que este movimiento le ofrece- de realizar diversos anhelos narcisistas- es que el narcisista posee ahora este enorme poder seudo-revolucionario para realizar unos fines específicos y detallados en un nicho cuidadosamente circunscripto porque un Estado totalitario se lo está ordenando, un Estado que es mayordomo de los hombres más poderosos del mundo que imponen esta ideología a través de sus fundaciones-brazos políticos con inversiones billonarias.
“Los trans éramos una minoría minúscula sin ningún poder y ahora la bandera LGBT está colgada de la casa blanca. Es muy obvio que alguien nos está dando todo este poder. Es obvio que están utilizándonos para algo.” Blaire White, mujer trans.
2 – Grandiosidad y complejo de salvador
Este es un movimiento mesiánico, que viene a refundar la sociedad humana, y eliminará la violencia y la opresión (mentira). Un grupo de héroes redentores llega a reivindicar a los dolientes del orden. Llega a libertar al individuo de la violencia del sistema.
¿Acceso al alimento, a un trabajo digno, a la vivienda? No. Derecho del hombre a exigir ser llamado mujer so pena de perder el trabajo, enfrentarse a demandas legales, ser cancelado y acosado.
El activista mesiánico trae a la humanidad la redención en el derecho del individuo a definirse a sí mismo cambiando su apariencia con un acceso a hormonas y cirugías cosméticas a demanda. Poniéndose los hombres un vestido. Soy la avanzada de un cambio histórico. El adepto al culto es un paladín de una revolución cultural. Golosina para la psique narcisista.
3- El ser superior por sobre el rebaño.
Para un narcisista el mundo se divide en dos: la gente normal, que es mediocre, del montón, rebaño, gente sin valor y despreciable, etc., y los seres liberados-trascendentes-grandiosos, sobresalientes, individuales-originales-distintos, que están por sobre ella. El narcisista no sabe siempre bien en qué, o cómo, pero lo que sí sabe es que es un ser superior, y no del montón, odia la idea de pertenecer al rebaño. De modo que suscribe a cualquier indicador de esta condición.
Los seres estúpidos aceptan las normas. El narcisista está por sobre ellas. Los narcisistas rinden culto a las personalidades “liberadas”, se identifican con ellas, aunque esa liberación consista en entregarse al sexo alcohol y drogas y acabar con una sobredosis a los 27 años, esos seres superiores han impuesto su suprema voluntad por sobre las convenciones, logrando el otro sueño narcisista de ser adorado y reverenciado por las masas.
4 – Someter al otro. Vigilar y castigar.
El movimiento de género, brazo ejecutor de políticas estatales -impuestas a su vez a los Estados por poderes transnacionales- requiere al adepto “militar”.
¿Y qué es esto? REEDUCAR
Imponer a la población -a la enorme mayoría no adepta a mi culto- políticas que ya están sancionadas por ley.
En esta seudo-revolución lo único que resta es reeducar a la población.
(Porque estas leyes no son representativas de la población de un país. Salvo de una minúscula minoría narcisista). Esa minoría tiene el deber histórico y moral de trabajar sobre la mente del otro.
Va a reeducar y silenciar a los herejes insumisos a la ideología que deban ser silenciados.
Las mujeres tienen pene.
Los hombres se embarazan.
La función de los activistas es imponer un discurso que afirma que nadie puede disentir a esas afirmaciones sino desde el odio.
Disentir de la ideología de género es ejercer la discriminación, es un discurso de odio, transfóbico.
Un delito y un atentado contra los derechos humanos.
Cualquier expresión de disenso a sus declaraciones psicóticas es un delito.
Porque ataca la psiquis de las minorías.
Es función del activista de género declararse una identidad prefabricada (queer, no binario, agénero, trans, etc), e introducir a los no adeptos a su ideología de género en sus nuevas pautas de comunicación.
Demandar ser tratado de “elle”, o un hombre de “ella”.
Advertir que es un crimen de odio decir “ella” a una mujer que se declara entidad no binaria- bajo amenaza coercitiva.
Si el otro en su mente retrógrada todavía piensa que la sexualidad es un mecanismo de reproducción que usa gran cantidad de especies, casi todo el reino vegetal, todos los mamíferos, y el ser humano lo es, que consiste en separar a los especímenes en macho y hembra, macho es el que dona el material genético, hembra el que lo recibe, para la reproducción de la especie, y esto es lo que significan las palabras hombre y mujer… El militante de género ejerce la función policíaca de amenazar con denuncias, cancelar, vociferar, adjetivar, castigar la insolencia de no rendirse a sus demandas.
Yo libero a la humanidad obligando a la gente con la fuerza de la ley y bajo amenaza coercitiva a someterse y hablar en términos de mi ideología.
Traicionando su propia experiencia. Sus mentes biologicistas carecen de derecho. No hay libertad de pensamiento ni de expresión para quien no adhiera a esta ideología psicótica.
Es necesario este disciplinamiento de las masas para la emancipación de las minorías.
Es un gran acto de poder imponer a alguien hablar en términos de MI ideología y en contra de lo que verdaderamente mira y piensa.
Saber yo y el otro que soy un hombre o una mujer pero que está obligado bajo pena de ser denunciado, a afirmar algo contrario a su propia experiencia y principio de realidad.
Nada más totalitario.
Nada más perverso.
Nada más orwelliano.
Yo sé que ves que soy una mujer pero te demando afirmar lo contrario a lo que piensas.
Quiero ver cómo te sometes a mi demanda.
Es un acto de gran poder. De omnipotencia sobre la voluntad del otro.
Nada más opresivo para una mujer que un hombre la obligue a decir que él es una mujer.
En esto consiste esta dudosa caída del sistema patriarcal.
No hablar en términos de género es ejercer discriminación en MI contra, atacar MI identidad.
Así van de persona en persona los activistas ejerciendo su autoridad, respaldados por el Estado, sometiendo a la población.
Muchas veces subvencionados por el Estado para realizar esta tarea policíaca y de reeducación soviética.
El activista sabe que el otro sabe que él sabe que en realidad es un hombre o una mujer, pero el juego es ver si se atreve o no a decirlo, si está dispuesto a ser sancionado por la ley.
El narcisista afirma que sufre un ataque a su psiquis y que sufrirá ansiedad depresión y riesgo de suicidio si el otro no afirma sus percepciones de género. Ahora, el que debe renunciar a su principio de realidad ante su demanda, en cambio, no es atacado en su psiquis por la imposición de estas demandas psicotizantes.
Derecho de mando y de censura.
Poder de castigo.
Imponer una ideología de manera totalitaria como medio para acabar con la opresión.
Nada más narcisista y sádico.
5 – Pasar al acto
El narcisista siente una ira sin límites y reprimida. Pero no puede reconocer su propia agresión.
Todas sus fantasías de destrucción son objetivadas en la “praxis revolucionaria”.
La militancia lo habilita para gritar, quemar, romper, censurar, clausurar, interrumpir.
Su militancia le permite la realización de impulsos violentos y sádicos.
Todo va a ser legitimado:
Actúa violentamente sin culpa porque antes proyectó la culpa en aquel al que va a violentar.
Esa violencia suya es buena porque el violento es el otro.
Él tiene el derecho y deber moral de utilizar la violencia para castigar al malo.
El narcisista no puede experimentar culpa. La proyecta en los otros.
Si te ataca es porque te lo mereces. Te hace el favor de mostrarte lo equivocado que estás.
6 – Promesa de satisfacción de la pulsión sexual
El narcisista tiene escasa capacidad para la sublimación (por ejemplo, experimentando placer en el trabajo), y sus antojos no tienen límite, exige gratificaciones inmediatas y vive en un estado de deseo inagotable, perpetuamente insatisfecho.
Por eso necesita preservar la ilusión de que las opciones son ilimitadas, porque siempre está insatisfecho, así que necesita creer que le esperan experiencias que llenarán alguna vez su vaciedad.
El narcisista muchas veces es promiscuo y pansexual.
Sexualmente promiscuo antes que reprimido. “
"El narcisista es promiscuo y a menudo también pansexual, puesto que la fusión de impulsos pregenitales y edípicos al servicio de la agresión alienta la perversidad polimórfica”.
“Los perversos narcisistas son expertos en utilizar los dobles sentidos, en manipular conceptos y en darle dialécticamente la vuelta a la tortilla. Porque no sólo consiguen desorientar y machacar a su víctima, sino que logran incluso que ésta aparezca como responsable de lo que le sucede. Y el agresor, mientras tanto, conserva su apariencia de persona de bien y se hace pasar por víctima.”
ARTÍCULOS SOBRE CENSURA Y ATAQUES A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
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